¿Qué sabes sobre el enigma del reloj de Anticitera?
Primavera de 1900, un encuentro inesperado
En la primavera de 1900, un grupo de buzos recolectores de esponjas decidió detener su barco cerca de una pequeña isla griega llamada Anticitera. Esperaban vientos favorables que los llevaran a África del Norte.
En su tiempo libre, un buzo llamado Elias Stadiatis decidió sumergirse donde estaban anclados. Descendiendo unos 45 metros, el lecho marino entró en su vista. Lo que vio allí lo sorprendió tanto que volvió a la superficie para contárselo a sus incrédulos compañeros. ¿Quieres saber qué encontró?
Los misterios submarinos de Anticitera
Lo que Stadiatis describió era una escena de cadáveres en descomposición. Pensando que Stadiatis estaba borracho o sufriendo del mal de descompresión, el capitán Dimitrios Kondos decidió sumergirse para echar un vistazo él mismo.
Rápidamente, resurgió con un brazo humano hecho de bronce, lo que resultó ser parte de un montón de estatuas provenientes, supuestamente, de un antiguo naufragio.
A partir de aquí, las cosas se volvieron aún más interesantes.
Descubrimiento de un antiguo tesoro griego
Kondos informó del sitio a las autoridades. A lo largo del siguiente año, los buzos y la marina griega recuperaron un tesoro de antiguo equipamiento de barcos, una lira, vidrio trabajado y asombrosas estatuas griegas antiguas, entre las que destacaba la Juventud de Anticitera.
Pero lo que resultó ser igualmente espectacular, pero en gran medida pasó desapercibido, fue un pedazo de bronce y los restos de una caja de madera que parecía pertenecer a él.
Un mecanismo antiguo es redescubierto
No fue hasta un año después que Spyridon Stais, un político y primo del conservador del Museo Arqueológico Nacional, redescubrió estos fragmentos en el almacén del museo y notó algo sensacional: había al menos una rueda de engranaje metálica oculta en el metal corroído.
Este sería el primer reloj de engranaje conocido, siendo el siguiente dispositivo comparable un reloj de sol con engranajes bizantino hecho cinco a siete siglos después.
Desvelando los misterios del reloj de Anticitera
A lo largo de los años, varios arqueólogos, incluido el famoso explorador francés Jacques Cousteau, han reexcavado el sitio en Anticitera, recuperando aún más artefactos.
Los historiadores creen que el barco perdido estaba transportando una carga de curiosidades ya centenarias. Un estudio cuidadoso de los hallazgos y del dispositivo permitió datar el mecanismo de Anticitera desde el tercer hasta mediados del primer siglo a.C.
Un viaje en el tiempo hasta el siglo XX
Para la década de 1950, después de que el pedazo de bronce se deterioró en 82 fragmento. Derek de Solla Price, un físico e historiador de la ciencia británico, realizó más investigaciones. Con la ayuda del físico Charalampos Karakalos, utilizó radiografías para echar un vistazo al mecanismo. El dispositivo resultó ser mucho más de lo que cualquiera podía haber imaginado.
Revelando los secretos del antiguo reloj griego
En 2005, un equipo multidisciplinario liderado por el profesor Mike Edmunds de la Universidad de Cardiff y Tony Freeth, hoy de la University College de Londres, usó la tomografía computarizada para descubrir exactamente lo que estaba diseñado a hacer el antiguo dispositivo.
Los relojes réplica que se han construido desde entonces revelan que el dispositivo original tenía al menos 69 engranajes manuales que seguían la luna y el sol a través del zodíaco.
¿Quién creó el reloj de Anticitera?
Aunque no está claro quién construyó el dispositivo originalmente, algunos expertos han teorizado que podría haber sido Arquímedes. Freeth, sin embargo, piensa que esto es poco probable.
Lo que está claro, sin embargo, es que el descubrimiento del mecanismo de Anticitera reescribió la historia, mostrando que los antiguos griegos tenían un conocimiento técnico mucho superior al que se pensaba anteriormente.
Un reloj muy especial
El mecanismo de Anticitera no solo fue un reloj antiguo, sino una increíble pieza de tecnología que demostró cuán avanzados estaban los antiguos griegos.
Este asombroso descubrimiento cambió nuestra percepción de la antigüedad y demostró que, a veces, lo antiguo puede ser sorprendentemente moderno.
