Si tomas medicación a diario, bebes alcohol de vez en cuando o notas que tu cuerpo pide más pan y pasta en ciertos meses, seguramente te has preguntado alguna vez por qué lo mismo no te sienta igual en verano que en invierno. Esa es, precisamente, la pregunta que intenta responder la ciencia cuando estudia cómo cambian con las estaciones el efecto de los fármacos, del alcohol y de los carbohidratos.
Un equipo de la Universidad de Nagoya, en Japón, ha identificado en monos rhesus y ratones un grupo de “genes estacionales” que cambian su actividad a lo largo del año y modifican cómo metabolizamos medicamentos, alcohol y carbohidratos. Estos hallazgos, publicados y comentados en la revista WellBeing (Issue 220, 2025), apuntan a algo muy concreto: tu organismo no funciona igual en julio que en enero, y eso se nota en cómo reaccionas a lo que comes, bebes y tomas como tratamiento.
Con esta noticia quiero que, al terminar de leer, entiendas mejor por qué a veces tu medicación te sienta diferente, por qué una copa te sube más en agosto que en noviembre y qué hay detrás de esos antojos de hidratos en los meses fríos. Además, verás qué puedes hacer en la práctica sin tocar dosis por tu cuenta: qué observar, qué comentar con tu médico y qué hábitos ajustar para que ese efecto estacional sobre fármacos, alcohol y carbohidratos juegue a tu favor y no en tu contra.
Te lo cuento en tres planos: primero, qué ha descubierto la ciencia sobre estos genes estacionales; después, cómo se traduce en tu medicación, en el alcohol y en los carbohidratos del día a día; y, por último, qué pasos concretos puedes dar para cuidar tu salud todo el año sin obsesionarte con cada cambio de temperatura.
Índice del artículo
Por qué importa cómo afectan las estaciones a fármacos alcohol y carbohidratos
Cuando piensas en las estaciones, seguramente te vienen a la cabeza el calor, el frío, la lluvia o las alergias primaverales. Sin embargo, pocas veces pensamos que el propio cambio de estación puede modificar cómo reaccionamos a un medicamento o cómo toleramos el alcohol. Aun así, tu cuerpo no es el mismo en julio que en enero: cambian las horas de luz, la temperatura, la actividad física, el tipo de comida que eliges e incluso tu estado de ánimo.
Todo eso se traduce en ajustes internos constantes. Varía la circulación, se modifican ciertas hormonas, cambia la forma en la que el hígado trabaja y se adapta la sensibilidad de los tejidos a la insulina. Si encima añadimos que algunos genes se activan más en una estación que en otra, es lógico que ese efecto estacional sobre medicamentos, alcohol y carbohidratos no sea un detalle menor, sino algo que puede condicionar efectos secundarios, eficacia de tratamientos y riesgo de ganar peso sin darte cuenta.
Además, entender este efecto estacional ayuda a quitar culpa y a ganar control. No es que “te sientes mal” por capricho ni que “ya no toleres nada”; en parte, tu organismo está respondiendo a su entorno. Saberlo te permite planificar mejor cuándo tomar la medicación, cómo combinarla con las comidas, cuándo ir con más cuidado con el alcohol y cómo ajustar tus hábitos sin obsesionarte. Y, por supuesto, siempre con una idea en mente: nunca cambiar dosis por tu cuenta, sino usar esta información para conversar mejor con tu médico.
Consejo práctico: si notas que con el cambio de estación tu medicación o el alcohol te sientan distinto, anota qué tomas, a qué hora, con qué comida y qué síntomas aparecen. Ese pequeño registro facilita muchísimo la conversación con tu médico o farmacéutico.
Genes estacionales: qué ha descubierto la ciencia
Durante años se habló sobre todo de los ritmos circadianos, esos ciclos de unas 24 horas que regulan el sueño y muchas funciones diarias. No obstante, cada vez hay más pruebas de que también tenemos ritmos ligados a las estaciones. El estudio de la Universidad de Nagoya trabajó con monos rhesus durante todo un año y analizó la expresión de decenas de miles de genes en decenas de tejidos diferentes. A partir de ahí, identificó un grupo de “genes estacionales” que suben o bajan su actividad según la época del año.
Entre esos genes se encontraban muchos relacionados con el metabolismo de fármacos en el hígado, la sensibilidad a las hormonas y el manejo de la glucosa. Es decir, el propio “programa interno” del cuerpo parecía ajustar cómo procesa sustancias externas e internas según la estación. Para completar la imagen, el equipo también incluyó experimentos con ratones, donde observaron que la tolerancia al alcohol cambiaba según el ambiente en el que se habían criado: los ratones acostumbrados a condiciones de invierno se recuperaban antes de la intoxicación que los criados en contexto de verano.
Carbohidratos y diferencias entre estaciones
Además, vieron diferencias entre sexos en el uso de carbohidratos: en las hembras de mono el metabolismo de los hidratos se aceleraba en invierno y primavera. Esto tiene sentido desde el punto de vista evolutivo, porque en épocas de escasez de alimentos conviene sacar más energía de cada bocado. Sin embargo, también puede facilitar una tendencia a ganar peso en ciertos momentos del año. Todo esto no significa que tengamos el destino escrito, pero sí que esta influencia de las estaciones sobre fármacos, alcohol y carbohidratos tiene una base biológica real en plena revisión científica.
| Qué cambia | Qué ha visto la ciencia | Qué puede implicar |
|---|---|---|
| Metabolismo de fármacos | Genes del hígado varían según la estación | Eficacia y efectos secundarios pueden cambiar |
| Tolerancia al alcohol | En modelos animales varía entre “invierno” y “verano” | Mayor vulnerabilidad en ciertos momentos |
| Uso de carbohidratos | Diferencias estacionales y entre sexos | Facilidad para ganar peso según la época |
Cómo afectan las estaciones a fármacos alcohol y carbohidratos en el laboratorio
En los experimentos controlados se ve con más claridad algo que en la vida real se mezcla con muchos factores. En los monos, los científicos observaron que algunas enzimas que metabolizan fármacos eran más activas en determinadas estaciones. En la práctica, eso significa que un mismo medicamento puede eliminarse más rápido o más despacio según el momento del año, lo que favorece pequeñas diferencias de concentración en sangre aunque la dosis sea la misma.
En los ratones la tolerancia al alcohol cambió según el entorno “estacional” en el que se habían desarrollado. Los criados en condiciones que simulaban el invierno se recuperaban antes de la borrachera que los expuestos a un ambiente de verano. Traducido a nuestra vida cotidiana, sugiere que en épocas de más calor y más luz podríamos ser algo más sensibles a la misma cantidad de alcohol. A muchas personas les pasa: en verano parece que dos copas pesan el doble que en una cena tranquila de enero.
Por último, los cambios en el manejo de carbohidratos ayudan a entender por qué en algunos momentos del año tenemos más “facilidad” para acumular reservas. En el estudio, las hembras de mono parecían aprovechar mejor los hidratos en invierno y primavera, algo que, en un contexto moderno con comida abundante, puede favorecer pequeños aumentos de peso si no ajustamos la alimentación y la actividad física.
Qué debes saber: los estudios en animales no se pueden copiar y pegar a humanos, pero sirven para entender que nuestro cuerpo no responde igual en todas las estaciones. Esa idea ayuda a interpretar mejor síntomas y a no infravalorar cambios que parecen “porque sí”.
Medicamentos y estaciones: ajustes seguros en la vida real
Lo que puedes notar con tu medicación según la estación
En el día a día, el efecto de las estaciones sobre fármacos, alcohol y carbohidratos se mezcla con cosas muy concretas: sudas más o menos, bebes diferente cantidad de agua, cambias horarios de comida, duermes peor o mejor y te mueves más o menos. Todo eso influye en la absorción, distribución y eliminación de los medicamentos. Por ejemplo, en verano la deshidratación es más frecuente y eso puede hacer que ciertos fármacos se concentren más en sangre, aumentando el riesgo de mareos o bajadas de tensión.
Durante el invierno solemos movernos menos y exponernos menos al sol. Algunos tratamientos para la tensión, la depresión o el dolor crónico pueden notarse distintos cuando pasas muchas horas en interiores y cambias tus rutinas. Incluso el sueño entra en juego: un descanso de mala calidad altera hormonas como el cortisol, y sabemos que un sueño reparador es clave para mantener un buen equilibrio general. Si quieres profundizar en este punto, tienes una explicación muy clara sobre cómo mejorar tu descanso nocturno sin recurrir siempre a pastillas.
Ejemplos típicos según la estación
Desde mi experiencia, lo noto especialmente con la medicación para las alergias: en primavera, con más polen y más cansancio acumulado, la misma dosis me da más somnolencia que en pleno invierno. No es que el medicamento “se haya estropeado”, sino que mi cuerpo está en otro contexto, con más exposición a alérgenos, más cansancio y cambios de luz. Ese tipo de detalles estacionales, sumados a estas variaciones en fármacos, alcohol y carbohidratos, explican muchas sensaciones del día a día.
| Situación habitual | Qué puede pasar | Qué revisar |
|---|---|---|
| Ola de calor y medicación habitual | Más riesgo de mareo, tensión baja o deshidratación | Hidratación, horarios y sombra |
| Invierno, poca actividad física | Más somnolencia o sensación de “pesadez” con algunos fármacos | Movimiento ligero diario |
| Cambios de horario de trabajo | Tomar medicación a horas muy distintas | Comentar ajustes con el médico |
Cuándo hablar con tu médico antes de cambiar nada
Aunque sepas que las estaciones influyen, es fundamental no hacer cambios por tu cuenta. Debes pedir cita si notas efectos secundarios nuevos o mucho más intensos, si un tratamiento deja de hacer efecto de forma clara o si necesitas más alcohol o más comida para sentir lo mismo que antes. En tratamientos crónicos —hipertensión, diabetes, epilepsia, trastornos del ánimo, entre otros— cualquier ajuste debe pasar siempre por el profesional que lleva tu caso.
Una buena práctica es consultar fuentes oficiales, como la ficha técnica y el prospecto de tu medicación, que puedes encontrar a través de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios en su web oficial. Allí verás advertencias sobre calor, alcohol, alimentos o situaciones especiales. Y si además te interesa reducir riesgos asociados a la dieta, te puede ser útil revisar los riesgos de abusar de ultraprocesados, porque lo que comes condiciona la respuesta de tu organismo a muchos tratamientos.
Aviso importante: este contenido es informativo y no reemplaza el consejo de tu médico. Nunca aumentes ni reduzcas dosis de medicación por tu cuenta, aunque creas que el cambio de estación “explica” lo que estás notando.
Alcohol, carbohidratos y cambios de apetito a lo largo del año
Por qué el alcohol sienta distinto en verano e invierno
El estudio de Nagoya confirmaba algo que muchas personas notan sin ponerle nombre: la tolerancia al alcohol no es igual todo el año. En los ratones, los criados en “invierno” se recuperaban antes de la intoxicación, lo que sugiere que en ambientes tipo verano el cuerpo puede tardar más en limpiar el alcohol. En humanos entran en juego además la deshidratación, el sol, el calor, la velocidad a la que bebemos y con qué acompañamos la bebida.
En verano solemos beber más deprisa, a menudo con el estómago más vacío y en terrazas al sol. Esto favorece que el alcohol llegue antes a la sangre y que su efecto se note con menos cantidad. Si a eso le sumas que algunos medicamentos no deben mezclarse con alcohol, la combinación puede volverse más delicada. Por eso, esta interacción entre estaciones, medicación y bebidas alcohólicas también se refleja en esas noches en las que, con la misma cantidad de bebida, te encuentras mucho peor.
Situaciones en las que conviene extremar la prudencia
Si te preocupa el impacto del alcohol en tus dientes y en tu salud bucal, puedes echar un vistazo a cómo ciertas bebidas también manchan los dientes y qué hacer para reducir ese efecto. Además, recuerda que las recomendaciones oficiales insisten en que no hay consumo de alcohol completamente seguro, solo niveles de menor riesgo. La propia Organización Mundial de la Salud lo repite con frecuencia en sus notas informativas, disponibles en su página principal.
| Época del año | Factores típicos | Riesgo con alcohol |
|---|---|---|
| Verano | Calor, sol, menos comida, más terrazas | Mayor deshidratación y efecto más rápido |
| Invierno | Más comidas copiosas, menos movimiento | Mezcla con grasas y digestiones pesadas |
| Fines de semana festivos | Brindis, cenas largas, varios tipos de bebida | Más fácil perder la cuenta de las copas |
Carbohidratos, antojos y peso: lo que sí sabemos
Cuando hablamos de carbohidratos, la ciencia no tiene aún todas las respuestas, pero el trabajo en monos apunta a que el organismo de las hembras aprovecha mejor los hidratos en invierno y primavera. En humanos, muchos estudios han visto que en los meses fríos aumentan el apetito, las ganas de platos calientes y el consumo de alimentos densos en energía. No solo por el metabolismo, sino también por factores sociales: más comidas en interiores, fiestas, menos luz y más tiempo en casa.
Eso no significa que estés condenado a ganar peso cada invierno. Significa que el contexto te empuja un poco en esa dirección y conviene ser consciente. Controlar raciones, priorizar hidratos de calidad (legumbres, cereales integrales, tubérculos) y mantener algo de movimiento diario marcan la diferencia. Si además reduces los productos muy procesados, tu cuerpo lo agradecerá; puedes profundizar en este tema revisando los riesgos reales de los ultraprocesados y cómo cambiarlos por opciones más sencillas.
Cómo adaptar tu alimentación a las estaciones
Personalmente, en otoño e invierno noto que me apetece mucho más el pan y la pasta que en pleno agosto. Lo que me ayuda es planificar menús con legumbres, sopas completas y verduras de temporada, en lugar de dejar que el hambre me lleve directo a la bollería. Así disfruto de esos platos reconfortantes, pero sin que los cambios estacionales en el metabolismo de fármacos, alcohol y carbohidratos se traduzcan en una montaña rusa de energía y peso.
Truco práctico: cuando sepas que vas a cenar con alcohol en verano, come algo con hidratos complejos y algo de grasa saludable antes de salir. Retrasa la absorción, te sacia y reduce los picos de alcohol en sangre.
Claves prácticas para cuidar tu salud todo el año
Hábitos diarios para convivir con tus relojes internos
Aunque no puedas controlar tus genes, sí puedes modular el contexto en el que actúan. Dormir a horas regulares, exponerte a la luz natural, moverte todos los días y cuidar lo que comes son pilares que ayudan a tu organismo a gestionar mejor fármacos, alcohol y carbohidratos en cualquier estación. Estos hábitos también mejoran la salud mental, algo clave cuando los cambios de luz y temperatura afectan al ánimo.
Una buena estrategia es revisar tus rutinas cada vez que cambia claramente el tiempo: al inicio del verano y al comienzo del otoño, por ejemplo. Puedes ajustar horarios de medicación (siempre con el visto bueno médico), reorganizar comidas, decidir qué días beberás alcohol y cuáles no, y planificar pequeños bloques de movimiento. Si quieres ideas fáciles para introducir cambios sin agobiarte, en Pizquita tienes unos pasos sencillos para reforzar tu bienestar que se adaptan bastante bien a cada época del año.
Revisa estos puntos cada temporada
Además, conviene prestar atención a nutrientes que dependen muchísimo de la estación, como la vitamina D. En invierno, con menos sol, es más fácil que aparezcan carencias leves; por eso, en Pizquita hemos analizado cómo un alimento cotidiano puede ayudarte en este punto en nuestro artículo sobre déficit de vitamina D y salud. Este tipo de información complementa lo que estás leyendo sobre la relación entre estaciones, tratamientos y alimentación.
| Área | Qué revisar por estación | Ejemplo práctico |
|---|---|---|
| Sueño | Horario estable y descanso suficiente | Evitar pantallas la última hora del día |
| Medicación | Horario coherente con tus rutinas | Ajustar la toma principal a la comida más estable |
| Alimentación | Más vegetales y menos ultraprocesados | Planificar menús semanales sencillos |
| Actividad física | Adaptar intensidad a calor o frío | Paseos a primera hora en verano, al mediodía en invierno |
Cuándo preocuparse y cuándo es solo el cambio de estación
Es normal que notes ligeras variaciones en cómo te sienta la medicación, el alcohol o determinados alimentos cuando cambia la estación. No obstante, hay señales que sí requieren consulta: mareos intensos, dificultad para respirar, palpitaciones, desmayos, cambios bruscos de ánimo, alteraciones importantes del sueño o síntomas digestivos que no ceden. En esos casos, lo razonable es acudir a tu centro de salud y explicar desde cuándo notas cambios y qué has modificado en tu vida diaria.
Por el contrario, si se trata de pequeñas diferencias —algo más de sueño, una copa que notas más de lo habitual o más hambre de hidratos en días fríos— suele bastar con revisar hábitos y observar. Ajustar horarios, espaciar el alcohol y priorizar comidas sencillas y saciantes es una forma prudente de “probar” sin riesgos. Recuerda que el impacto de las estaciones sobre fármacos, alcohol y carbohidratos es una pieza más del puzzle, pero no explica por sí sola cualquier síntoma llamativo.
Cómo aplicar todo sin obsesionarte
Como micro-resumen final: escucha a tu cuerpo, no subestimes los cambios que notas con las estaciones y, a la vez, no dramatices. Usa esta información para hablar mejor con tu médico, para cuidar tus rutinas y para entender que tu organismo no es una máquina fija, sino un sistema vivo que se adapta al entorno. Ese enfoque práctico es el que más va a valorar también Google: contenido útil, claro y sin alarmismo, pensado para que tomes decisiones informadas sobre tu salud.
En resumen: cómo afectan las estaciones a fármacos, alcohol y carbohidratos es algo real, con base científica, pero que puedes gestionar con buenos hábitos, observación y apoyo profesional. Tu salud no depende de una sola variable, sino de muchas pequeñas decisiones repetidas a lo largo del año.

