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Alimentos ultraprocesados y salud: riesgos reales

  • Salud
Alimentos ultraprocesados y salud comparados en un plato sobre una mesa de cocina

Cuando hablamos de alimentos ultraprocesados y salud es fácil perderse entre titulares alarmistas y mensajes de “no pasa nada”. Sin embargo, un gran estudio internacional ha puesto cifras a algo que muchos sospechábamos. Cuanto más espacio ocupan los ultraprocesados en tu dieta, mayor es el riesgo de morir antes de tiempo y de sufrir problemas graves de salud. La buena noticia es que entender qué son, cuánto influyen y cómo reducirlos te permite actuar sin vivir con miedo a la nevera.

En lugar de demonizar productos concretos, vamos a ver qué los caracteriza y qué ha encontrado exactamente la ciencia. También veremos qué cambios realistas puedes hacer en tu compra semanal. No se trata de comer perfecto, sino de mejorar tu patrón de alimentación poco a poco. Te lo contaré con ejemplos muy cotidianos. Yo mismo he tenido que revisar mi lista de la compra cuando vi cuánto se me colaban estos productos “sin querer”.

A lo largo del artículo verás que no todos los productos envasados son iguales y que hay procesados razonables y ultraprocesados problemáticos. También verás que los datos del estudio global encajan bastante bien con lo que se observa en España. Además, cualquier reducción en la cantidad de comida ultraprocesada que comes ya suma puntos a favor de tu salud y mejora la relación entre alimentos ultraprocesados y salud sin necesidad de volverte radical.

Índice del artículo

1. Qué son realmente los alimentos ultraprocesados

Antes de decidir si algo te conviene o no, conviene tener claro qué son de verdad los alimentos ultraprocesados. El término viene de la clasificación NOVA, que agrupa los alimentos según el grado y el tipo de procesamiento industrial que han sufrido. De forma sencilla, distingue entre alimentos frescos, procesados básicos y formulaciones industriales que poco tienen que ver con el alimento original.

En el día a día, los ultraprocesados suelen ser productos como refrescos, bollería industrial y snacks de bolsa. A esa lista se suman pizzas congeladas, platos listos para calentar y algunos fiambres con listas de ingredientes larguísimas. Suelen mezclar harinas muy refinadas, azúcares, grasas baratas y aditivos para conseguir un sabor muy intenso y una textura que anima a seguir comiendo casi sin darte cuenta.

El problema no es que vengan en envase, sino que el producto final se aleja mucho del alimento reconocible. En casa usas aceite, sal, harina o azúcar, pero difícilmente añadirías jarabe de glucosa-fructosa, emulsionantes y aromas de laboratorio a una receta casera. Si quieres profundizar en esta idea puedes consultar la explicación de la definición de alimento ultraprocesado y el sistema NOVA y combinarla con recursos más básicos sobre cómo funciona el cuerpo humano, como la explicación sencilla de nutrición humana para niños que ya tienes en Pizquita.

Grupo NOVAQué incluyeEjemplo cotidiano
Alimentos frescosPrácticamente sin procesarFruta, verdura, legumbres secas, carne fresca
Ingredientes culinariosUsados para cocinarAceite de oliva, sal, azúcar, especias
Procesados simplesMezcla de grupos 1 y 2Pan de panadería, queso tradicional, conservas sencillas
UltraprocesadosFormulaciones industriales complejasRefrescos, bollería industrial, snacks y platos listos

Clave: un alimento ultraprocesado no es solo “algo envasado”, sino un producto que se parece poco al alimento original y que está formulado para ser muy sabroso, durar mucho y comerse casi sin esfuerzo.

2. Alimentos ultraprocesados y salud: qué dice la ciencia

En los últimos años se han acumulado estudios que relacionan los alimentos ultraprocesados y salud de forma bastante consistente. No solo se han visto más casos de obesidad, diabetes tipo 2 o enfermedad cardiovascular entre quienes más los consumen, sino también un mayor riesgo global de muerte prematura. Un trabajo internacional reciente ha intentado cuantificar cuánto pesa este patrón en las estadísticas de mortalidad de varios países.

Este estudio analizó datos de alimentación y mortalidad en ocho países. A partir de ahí estimó qué parte de las muertes prematuras podría atribuirse al exceso de ultraprocesados. El resultado es claro: por cada 10 puntos porcentuales adicionales de energía diaria procedente de ultraprocesados, el riesgo de morir por cualquier causa aumenta en torno a un 3 %. En los países donde estos productos dominan la dieta, las cifras de muertes potencialmente evitables llegan a ser de dos dígitos.

2.1 Cifras clave sobre alimentos ultraprocesados y salud

Además, revisiones recientes han encontrado que las personas que más ultraprocesados consumen tienen un riesgo claramente mayor de desarrollar hasta varias decenas de problemas de salud distintos. En ese grupo aparecen enfermedades cardiovasculares, problemas digestivos, diabetes tipo 2, algunos cánceres y más síntomas de depresión. No es una sola señal aislada, sino muchos estudios que apuntan en la misma dirección y refuerzan la relación entre alimentos ultraprocesados y salud.

Si quieres ver cómo se está traduciendo este tipo de evidencia en políticas públicas, puedes echar un ojo a iniciativas como las recomendaciones de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria sobre ultraprocesados. Puedes combinarlas con contenidos más divulgativos de Pizquita, como el análisis sobre bebidas que manchan los dientes y cómo afectan a tu salud bucal, que también hablan de hábitos diarios y efectos acumulados.

Porcentaje de energía de ultraprocesadosRiesgo relativo aproximadoInterpretación práctica
10 %ReferenciaPresencia baja en la dieta
20 %+3 % de riesgoMás productos envasados al día
30 %+6 % de riesgoLos ultraprocesados ya pesan bastante
40 % o más+9 % o más de riesgoLa dieta gira en torno a estos productos

2.2 Otros problemas de salud ligados a los ultraprocesados

Más allá de la mortalidad, los estudios asocian un consumo alto de ultraprocesados con mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedad cardiovascular y algunos tipos de cáncer. También se han descrito más síntomas de depresión y peor calidad de vida en personas cuya dieta se apoya sobre todo en este tipo de productos, incluso cuando se ajusta por otros factores como el tabaco o el nivel de actividad física.

Por supuesto, estas investigaciones son observacionales y no pueden demostrar causalidad total. Aun así, cuando muchos estudios distintos encuentran el mismo patrón, la prudencia invita a tomarlos en serio. Además, encajan con lo que recomienda desde hace tiempo la Organización Mundial de la Salud sobre alimentación saludable y con el sentido común. Cuanto más se parece tu comida a alimentos de verdad, mejor suele ser la relación entre alimentos ultraprocesados y salud en tu día a día.

3. Por qué los ultraprocesados afectan a tu salud

Si todo fuera solo una cuestión de calorías, bastaría con contar cuántas comes y listo. Sin embargo, la relación entre alimentos ultraprocesados y salud no se explica únicamente por el aporte energético. La forma en la que están formulados estos productos y cómo se consumen en la vida real juega un papel muy importante.

Muchos ultraprocesados se diseñan para ser hiperpalatables: combinaciones muy agradables de azúcar, grasa y sal, con texturas fáciles de masticar y envases pensados para picar sin pensar. Es una mezcla perfecta para que comas rápido, casi sin darte cuenta de la cantidad, y para que te quedes con ganas de repetir al poco tiempo.

3.1 Lo que ocurre en el cuerpo cuando abunda la comida ultraprocesada

Cuando la mayor parte de tu alimentación viene de estos productos, es más fácil que se acumulen varios efectos a la vez. Por ejemplo, picos frecuentes de glucosa e insulina, poca fibra, exceso de grasas de mala calidad y un aporte pobre de vitaminas y minerales. A la larga, todo esto favorece la resistencia a la insulina, la inflamación crónica de bajo grado y la acumulación de grasa en la zona abdominal, que es la más peligrosa a nivel metabólico.

Además, algunos aditivos y el propio tipo de procesamiento parecen afectar a la microbiota intestinal, que influye tanto en el sistema inmunitario como en el metabolismo y el estado de ánimo. No es un único ingrediente “mágico” el que explica los riesgos, sino el conjunto del producto y la frecuencia con la que aparece en tu día a día.

3.2 Procesado industrial, aditivos y patrón de consumo

Una duda frecuente es si el problema son los aditivos en sí. La respuesta matizada sería que el riesgo no está tanto en un conservante concreto, sino en el patrón completo. Hablamos de productos muy refinados, poco saciantes, con listas de ingredientes largas y diseñados para estar en todas partes. Esto hace que pases del consumo ocasional al consumo diario casi sin darte cuenta.

En mi propia compra semanal, por ejemplo, noté que no era “una bolsa de snacks de vez en cuando”. Siempre se colaban galletas, bebidas azucaradas, barritas “energéticas” y algún plato listo para calentar. Cuando empecé a contar cuántas veces al día aparecía algo de este tipo, entendí por qué me sentía con más altibajos de energía de los que tocaría con una dieta razonablemente sana.

Por qué importa: no se trata de buscar un aditivo “culpable”, sino de revisar el conjunto. Una dieta en la que casi todo viene de paquetes muy procesados es el verdadero problema, incluso aunque algunos productos lleven menos aditivos que otros.

Manos sirviendo patatas fritas de bolsa en un plato junto a una ensalada como contraste
Una persona sirve patatas fritas de bolsa mientras tiene al lado una ensalada sencilla, ilustrando cuánto peso pueden tener los ultraprocesados frente a opciones frescas.

4. Cuánta comida ultraprocesada es demasiada

Una de las ventajas del estudio global es que permite hablar de “cuánto es mucho” en términos de alimentos ultraprocesados y salud. No fija un número mágico, pero sí muestra que, a medida que crece el porcentaje de calorías que viene de estos productos, el riesgo también aumenta de forma bastante lineal.

Para el lector de a pie, no hace falta obsesionarse con porcentajes exactos. Importa más entender la idea general. Una dieta con un pequeño porcentaje de ultraprocesados puntuales no se parece en nada a otra en la que casi todas las comidas contienen algún producto de este tipo. Y, por desgracia, esa segunda situación es más frecuente de lo que parece.

4.1 Lo que sugieren los datos del estudio

De forma simplificada, los investigadores estiman que por cada 10 % adicional de energía diaria procedente de ultraprocesados el riesgo de muerte por cualquier causa sube alrededor de un 3 %. No parece mucho en un individuo concreto, pero a escala de país se traduce en miles de muertes prematuras cada año. El problema crece cuando muchas personas se mueven ya en rangos altos de consumo.

Imagina tres perfiles ficticios:

  • Persona A: alrededor del 20 % de su energía viene de ultraprocesados.
  • Persona B: se acerca al 40 %, con varios productos de este tipo cada día.
  • Persona C: supera el 50–60 %, con desayunos, snacks y cenas basados en ultraprocesados.

La diferencia de riesgo entre A y C no se debe a un solo alimento concreto, sino a años de mantener un patrón en el que estos productos ocupan la mayor parte del plato. Lo interesante es que pasar de un perfil C a uno B, o de B a A, ya supone un cambio con impacto medible, sin necesidad de llegar a una alimentación perfecta.

4.2 Cómo saber si tu dieta se ha llenado de ultraprocesados

Para saber si tu alimentación se ha llenado de ultraprocesados no necesitas una app compleja, sino una semana de observación honesta. Cuenta cuántas comidas principales dependen de platos listos para calentar, cuántas bebidas azucaradas o energéticas tomas y qué sueles usar como tentempié por defecto. Si la mayoría de respuestas apuntan a productos de bolsa o caja, es probable que el porcentaje real sea más alto de lo que crees.

Una pista muy sencilla es mirar tu basura o tu reciclaje. Si casi todo lo que tiras son envases de bollería, snacks, refrescos y platos preparados, seguramente los alimentos frescos y poco procesados ocupan poco espacio en tu día a día. La buena noticia es que, en cuanto empiezas a recuperar el protagonismo de frutas, verduras, legumbres y platos caseros sencillos, los envases de ultraprocesados disminuyen solos.

5. Ejemplos de alimentos ultraprocesados habituales en España

Aunque el estudio que comentamos se basa en varios países, el patrón de consumo que describe se reconoce claramente en cualquier supermercado español. La combinación de prisas, publicidad y precios hace que muchos carros de la compra se llenen de ultraprocesados casi sin buscarlo. Al final esa rutina termina afectando a la relación entre alimentos ultraprocesados y salud sin que seamos conscientes.

Entre los productos más habituales encontramos desayunos basados en galletas, cereales muy azucarados, bollería envasada y batidos de chocolate. A esa base se suman snacks de media mañana y tarde con patatas fritas, palitos de maíz con sabores, barritas “energéticas” o bollería rellena. Para rematar, muchas cenas de recurso tiran de pizzas congeladas, lasañas, croquetas industriales y embutidos muy procesados. Suelen ir acompañados de refrescos, bebidas energéticas y zumos azucarados.

5.1 Diferencia entre procesado razonable y ultraprocesado problemático

Conviene insistir en que no todo lo que viene en envase es automáticamente perjudicial. No es lo mismo una conserva de garbanzos con agua y sal que un aperitivo de maíz repleto de saborizantes. Del mismo modo, un yogur natural sin azúcar añadido no se puede meter en el mismo saco que un postre lácteo con varias clases de jarabes y aromas artificiales.

Una buena regla práctica es mirar la lista de ingredientes. Si reconoces alimentos que podrías tener en casa y la lista es corta, probablemente estés ante un procesado razonable. En cambio, si se acumulan sustancias que no usarías nunca en tu cocina, es muy probable que estés frente a un ultraprocesado. Para entender mejor estas diferencias puedes revisar el resumen de la clasificación NOVA explicada para consumidores y combinarlo con contenidos propios como la explicación sobre cómo influye la vitamina D en la salud, que ponen el foco en la calidad global de la dieta.

ProductoTipoAlternativa más sencilla
Galletas de desayuno azucaradasUltraprocesadoPan de panadería con aceite y fruta
Pizzas congeladas muy cargadasUltraprocesadoBase sencilla con tomate, verdura y queso
Refrescos y bebidas energéticasUltraprocesadoAgua, agua con gas o infusiones
Legumbres en bote con salProcesado sencilloLegumbres secas o en bote bien aclaradas

Qué debes saber: la clave no es eliminar todo lo que viene envasado, sino distinguir qué productos son procesados útiles y cuáles son ultraprocesados que conviene dejar para ocasiones puntuales.

5.2 Ingredientes que deberían ponerte en alerta al leer la etiqueta

Una forma sencilla de mejorar la relación entre alimentos ultraprocesados y salud es aprender a detectar en segundos ciertas palabras en la lista de ingredientes. No se trata de entrar en pánico cada vez que veas uno de estos componentes, pero sí de que te sirvan como señal de que estás delante de un producto muy procesado que quizá convenga dejar para ocasiones puntuales.

Piensa en esta lista como un semáforo: cuantas más de estas palabras se acumulen, más te interesa mirar alternativas más sencillas o elegir ese producto solo de vez en cuando. Si, en cambio, la etiqueta se parece a lo que podrías tener en tu cocina, es más probable que estés ante un procesado razonable.

Ingrediente en la etiquetaQué te indicaQué hacer en la práctica
Jarabe de glucosa-fructosa, jarabe de maíz, maltodextrinaAzúcares muy refinados y de absorción rápidaPrioriza productos sin estos jarabes o con poco azúcar añadido
Aceites vegetales refinados (palma, palmiste, coco hidrogenado)Grasas baratas y poco interesantes a nivel de saludMejor opciones con aceite de oliva o grasas claramente identificables
Grasas parcialmente hidrogenadas, aceites hidrogenadosPosible presencia de grasas transSi ves “hidrogenado” en la etiqueta, es buena idea dejar el producto en la estantería
Almidón modificado, aislado, “proteína de…” añadidaTextura y volumen artificiales para hacer el producto más “perfecto”No es veneno, pero suele indicar un procesado muy alejado de la comida casera
Aromas artificiales, saborizantes, potenciadores del sabor (como glutamato monosódico)El sabor se ha construido en laboratorio más que con ingredientes realesSi el sabor depende de muchos aromatizantes, probablemente sea un producto para “picar sin parar”
Colorantes y edulcorantes intensivos (acesulfamo K, sucralosa, aspartamo, etc.)Se busca imitar el sabor dulce o un color atractivo sin mejorar el alimento de baseÚsalos como señal de que no es un alimento de consumo diario, aunque ponga “light” o “cero”
Listas de ingredientes muy largas (10–15 elementos o más)Formulación compleja, típica de ultraprocesadosSi la lista es un párrafo entero, es buen momento para buscar una alternativa más sencilla

Consejo rápido: cuando tengas dudas entre dos productos, elige el que tenga menos ingredientes y los más reconocibles. No hace falta entender química, solo comprobar que la etiqueta se parece más a una receta de cocina que a una ficha técnica.

5.3 Cómo leer una etiqueta en 10 segundos para evitar ultraprocesados

Si no quieres entrar en tecnicismos, puedes usar esta mini-guía rápida para decidir en segundos si un producto está muy procesado o no. No necesitas apps ni saber de química: solo mirar tres cosas de la etiqueta.

  • 1) Número de ingredientes: si hay más de 8–10, suele ser ultraprocesado.
  • 2) Ingredientes que no usarías en casa: jarabes, aislados, colorantes, aromas artificiales… señal clara.
  • 3) Orden de la lista: los primeros ingredientes son los que más pesan. Si empiezan por azúcar, jarabes o harinas refinadas, mala señal.

Consejo rápido: si el producto necesita muchos “parches” para saber bien, durar mucho o tener mejor textura, probablemente es un ultraprocesado que conviene dejar para ocasiones puntuales.

6. Cómo reducir los ultraprocesados sin volverse loco

Pasar de una dieta muy cargada de ultraprocesados a otra más basada en alimentos de verdad puede parecer difícil, sobre todo si tienes poco tiempo o comes muchas veces fuera de casa. Sin embargo, con algunos ajustes concretos en los puntos clave del día se pueden lograr cambios importantes sin sensación de castigo constante. Así también mejoras la relación entre alimentos ultraprocesados y salud casi sin darte cuenta.

La idea es empezar por las decisiones que más se repiten. El desayuno, los snacks, las bebidas y las cenas de recurso marcan gran parte del día. Si consigues que esas cuatro situaciones dependan menos de ultraprocesados, el porcentaje total bajará sin necesidad de controlar cada bocado y será más fácil mantener los nuevos hábitos a largo plazo.

6.1 Cambios pequeños con mucho impacto

Algunos cambios realistas que pueden marcar la diferencia son pasar de refrescos diarios a agua o infusiones, sustituir galletas por pan y fruta en el desayuno, recuperar las legumbres como base de varios platos a la semana y tener a mano frutos secos naturales o yogur sin azúcar para evitar tirar siempre de snacks de bolsa.

En la práctica, muchas personas notan que, tras unas semanas con estos ajustes, disminuyen los antojos constantes, se estabiliza la energía y mejora la sensación de saciedad. No hace falta contar calorías ni seguir una dieta complicada para empezar a notar estos cambios. Basta con que los ultraprocesados dejen de ocupar cada rincón del día.

Alternativas rápidas a los ultraprocesados más comunes

Si sueles comer…Prueba en su lugar…
Galletas de desayunoPan de panadería + aceite + fruta
Snacks de bolsaFrutos secos naturales + agua
Bollería industrialYogur natural + fruta fresca
Pizzas congeladasBase sencilla + tomate + verdura + queso
Refrescos diariosAgua, agua con gas o infusiones

Consejo práctico: elige solo dos momentos del día para cambiar de golpe, por ejemplo desayuno y cena. Cuando esos cambios estén consolidados, será mucho más fácil ir ajustando el resto sin sensación de agobio.

6.2 Ideas prácticas para familias con poco tiempo

En familias con horarios complicados, los ultraprocesados suelen entrar como solución rápida a base de pizzas, nuggets, salchichas y platos listos para el microondas. Sin embargo, hay atajos más saludables que no requieren ser un chef profesional. Puedes aprovechar verduras congeladas, legumbres en bote, huevos, pescado en conserva sencilla y algunos platos base que se puedan repetir cada semana.

Otra estrategia útil es cocinar una ración de más cuando haces un plato casero y congelarla en recipientes individuales. Así tendrás tus propios “precocinados” listos para días de cansancio o falta de tiempo. Al final, la clave está en que los productos ultraprocesados dejen de ser la primera opción automática y pasen a ser una excepción consciente. Esa simple idea ya cambia la relación entre alimentos ultraprocesados y salud en tu casa.

7. Lo que este estudio NO dice sobre ultraprocesados y salud

Con cifras tan llamativas es fácil caer en interpretaciones extremas. Por eso es importante dejar claro también qué no dice el estudio sobre alimentos ultraprocesados y salud. Ni afirma que una comida concreta defina tu destino ni propone que la única solución sea eliminar todo lo que tenga más de tres ingredientes en la etiqueta.

Los autores hablan de patrones de alimentación mantenidos durante años, no de días sueltos. Además, reconocen que las personas que comen muchos ultraprocesados suelen tener otros hábitos menos saludables. Los modelos estadísticos intentan ajustar esto, pero nunca se puede aislar por completo. Aun así, la consistencia de los resultados hace que la señal sea difícil de ignorar.

7.1 No es blanco o negro: el riesgo va por patrones

Lo más útil es entender que el riesgo aumenta en función de cuánto y con qué frecuencia aparecen los ultraprocesados en tu dieta. Un día de fiesta con comida muy procesada no tiene el mismo peso que un desayuno, una comida, una merienda y una cena con productos de este tipo todos los días de la semana. En otras palabras, importa mucho más lo que haces casi siempre que lo que haces de vez en cuando.

Por eso, plantear cambios realistas y sostenibles suele ser más efectivo que intentar pasar de un extremo al otro. Reducir un poco el porcentaje de ultraprocesados y mejorar la calidad global de la dieta puede tener un impacto considerable, incluso si sigues dejando hueco para ciertos productos muy procesados en momentos puntuales.

7.2 No hace falta comer perfecto, pero sí mejor

Las propuestas de dieta saludable y sostenible, como las que recoge la Comisión EAT-Lancet o iniciativas adaptadas a la realidad española, insisten en la misma idea. Una alimentación basada en verduras, frutas, legumbres, frutos secos y cereales integrales, con cantidades moderadas de alimentos de origen animal y pocos ultraprocesados, es buena tanto para tu salud como para el planeta.

No necesitas seguir un modelo ideal al milímetro. Es suficiente con que, al mirar tu plato y tu compra, la mayoría de lo que veas sean alimentos reconocibles y poco procesados. Si a eso le sumas pequeños ajustes inspirados en recursos divulgativos, como las explicaciones sobre alimentación y salud que ya tienes en Pizquita, estarás alineado con lo que recomiendan los informes internacionales más serios sin renunciar a una vida normal.

Por qué importa: si conviertes el tema de la comida en una lista infinita de prohibiciones, es fácil rendirse. Si lo ves como un desplazamiento gradual hacia alimentos más sencillos, es mucho más probable que mantengas los cambios a largo plazo.

8. Preguntas habituales sobre alimentos ultraprocesados y salud

Para cerrar, vamos a responder de forma clara a algunas dudas que se repiten una y otra vez cuando se habla de alimentos ultraprocesados y salud. No sustituyen a una consulta profesional, pero sí te ayudan a tener un mapa general para tomar decisiones más sensatas en tu día a día.

8.1 ¿Hace falta eliminarlos por completo?

No, no es imprescindible eliminar los ultraprocesados al 100 %. Los estudios observacionales comparan niveles más altos y más bajos de consumo, no personas que nunca los prueban frente a otras que los comen a todas horas. El mensaje práctico es que conviene reducir su presencia y reservarlos para momentos puntuales, sobre todo si ahora mismo están presentes en casi todas tus comidas.

8.2 ¿Qué pasa con los productos “light”, “fit” o “saludables” pero ultraprocesados?

Muchos productos con reclamos como light, alto en proteína o fit siguen siendo ultraprocesados con listas de ingredientes largas y poco parecidas a un alimento casero. Pueden tener algo menos de azúcar o de grasa que su versión original, pero eso no los convierte automáticamente en neutros para la salud. Lo más sensato es mirar la lista de ingredientes y preguntarte si podrías preparar algo parecido en casa.

En general, es preferible un alimento sencillo bien elegido, como un yogur natural sin azúcar con fruta fresca, frente a un postre “light” lleno de edulcorantes y espesantes. Igual que es mejor un puñado de frutos secos naturales que una barrita “energética” con jarabes y aceites refinados, aunque el envoltorio insista en que es perfecta para cuidarse.

8.3 ¿Qué cambios puedo empezar hoy mismo?

Si quieres empezar ya, puedes elegir tres pasos sencillos. Cambia las bebidas azucaradas por agua la mayoría de días. Revisa el desayuno para que tenga menos productos ultraprocesados. Añade al menos una ración de legumbres o de verdura al día. Son cambios modestos, pero muy potentes cuando se mantienen durante meses y años.

A partir de ahí, puedes ir ajustando el resto de comidas, fijarte en tu lista de la compra y usar el estudio sobre alimentos ultraprocesados y salud como un recordatorio. Aunque el cuerpo aguante muchos excesos, hacerlo trabajar todos los días con gasolina de mala calidad tiene un precio a medio y largo plazo.

9. Qué te puedes llevar de todo esto

La idea central es sencilla: cuanto mayor es el peso de los ultraprocesados en tu dieta, peor suelen ser tus perspectivas de salud a largo plazo. La investigación reciente apunta a que, en el conjunto de una población, ese patrón puede explicar una parte nada despreciable de las muertes prematuras y de los problemas crónicos que llenan las consultas cada año.

La parte positiva es que no necesitas una vida perfecta para reducir ese riesgo. Si consigues que tu día se parezca más a una combinación de verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, frutos secos y alimentos poco procesados, y dejas los ultraprocesados para momentos concretos, estarás alineado con lo que recomienda la ciencia sin renunciar al placer de comer. En resumen, si cuidas la relación entre alimentos ultraprocesados y salud con pequeños cambios constantes, tu cuerpo te lo irá devolviendo poco a poco en forma de más energía, menos altibajos y mejores perspectivas a futuro.

9.1 Checklist rápida para reducir ultraprocesados

  • ¿Tu desayuno tiene al menos 1 alimento fresco?
  • ¿Has sustituido hoy alguna bebida azucarada por agua?
  • ¿Has revisado la lista de ingredientes de algo que compras siempre?
  • ¿Has añadido una ración extra de verdura, fruta o legumbres?
  • ¿Has evitado comprar “caprichos automáticos” para tener en casa?
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